domingo, 30 de septiembre de 2012

UNA MAÑANA CUALQUIERA.

...Le dio una moneda. Como respuesta recibió un "gracias" muy distinto al que podríamos imaginarnos, en su voz, no hubo auto-conmiseracion, había dignidad. Su mirada, reflejo no de la ocupación por obtener el sustento del día. Su mirada...reflejo infinito que las palabras no pueden capturar, ¿quien sabrá? un marido que abandono el hogar quizás, algún hijo perdido por alguna enfermedad, un parto mal logrado, trabajos perdidos, esperanzas que florecieron a lo largo de los años marcados en su rostro, una familia, lugares que fueron y que no volverán a ser, experiencias de vida que nadie conocerá por que nadie ha de venir a escucharlas...
Bastaba solo su mirada, para conocer, que efectivamente, los ojos, son las ventanas del alma. 

                                                                         Fotografía e idea original de mi padre: Gildardo Salinas.