jueves, 8 de marzo de 2012

De palabras y otras armas mortales...

La vida esta hecha de momentos, de detalles, que a nuestro parecer pudieran ser efímeros, pero, hay que ver como un par de segundos bastan para marcar toda una vida, y mire usted, sin afán de parecer seguidora de "mercado de lágrimas", conozco a la perfeccion un par de esos segundos...

El lugar tal vez sea lo de menos, recuerdo sus ojos, no así de que estábamos hablando exactamente, pero sí la ultima frase:
"Yo nunca me casaría con alguien como tu..."

¿Escucho usted ese sonido? fue mi corazón en ese momento que, cual jarro de Tlaquepaque se rompió en varios fragmentos.

"Permiteme, voy a recoger los pedazos y ahorita seguimos platicando si?"

No lloré, de hecho, trate de continuar como si tal declaración no me hubiera afectado, después de todo, las circunstancias eran absurdas como para ponerse a reclamar o decir algo al respecto, sin embargo, durante mucho tiempo, hicieron un gran eco en mi mente, en mis recuerdos, mermando así la imagen que tenía de mi misma... no era alguien excepcional, nada extraordinario, ni merecedora de que alguien como ese alguien pudiera pensar en mi como una compañera de vida...
El tiempo, lo cura todo, dicen los ya entrados en años, y ¿saben que? tienen razón, por que ahora puedo contarlo y no sentirme triste por ello.
Finalmente, puedo entender esa gran frase que he leído por ahí:

"Dios no nos da la gente que queremos, nos da a las personas que tenemos, que nos aman, nos dejan, nos ayudan,
nos lastiman y nos hacen ser la persona que estábamos destinados a ser."

Bonita tarde.

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